¿QUÉ ES LA ATENCIÓN TEMPRANA?

Cuando hablamos de Atención Temprana nos referimos a un conjunto de intervenciones dirigidas tanto a niños (de entre 0 y 6 años) que presentan algún trastorno en su desarrollo o que tienen riesgo de padecerlo, como a su familia y a su entorno, y son llevadas a cabo por un equipo multidisciplinar (psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, etc.) de forma personalizada e individual.

Estas intervenciones tienen como objetivo principal dar respuesta lo antes posible a las necesidades transitorias o permanentes que presenta la población infantil mediante la aplicación de modelos de intervención con los siguientes principios:

  1. Se resalta la importancia de los intercambios socio – comunicativos del niño con su entorno.
  2. El niño es un aprendiz activo.
  3. Se enfatiza el aprendizaje en un contexto natural.
  4. Se recurre para la consecución de los objetivos actividades funcionales que tengan sentido para el niño y se inserten en las rutinas diarias.
  5. Los padres son agentes principales en la intervención.

De esta manera se pretende facilitar una adecuada maduración en todos los ámbitos y permitir alcanzar el máximo nivel de desarrollo personal e integración social introduciendo mecanismos necesarios de compensación, eliminación de barreras y adaptación de necesidades específicas para así reducir la aparición de posibles déficits secundarios asociados por un trastorno o situación de alto riesgo.

¿Qué se tiene en cuenta a la hora de recomendar y de intervenir de manera temprana?

Se estudia el desarrollo del niño/a en función de si su nivel de desarrollo en las diferentes esferas es el esperado o si, por el contrario, existen alteraciones en la motricidad gruesa, en el lenguaje, en lo relativo a la interacción social y otras que puedan requerir de necesidades educativas especiales. Igualmente, se interviene en aquellos casos en que, dándose alguna de estas u otras alteraciones madurativas, también existe riesgo de exclusión a nivel social, patologías como parálisis cerebral, autismo y otras alteraciones genéticas, muchas veces, relacionadas con un parto prematuro.

Como se sabe, los niños tienen un gran potencial de aprendizaje, porque se enriquecen de todo aquello que les estimula desde los diferentes sentidos y los niños con las necesidades de las que hablamos no son menos. Son capaces de recibir la estimulación que posibilite el aprendizaje de habilidades adaptativas, tomando como referencia sus cualidades y, a la larga, de fomentar el mayor grado posible de autonomía y de lograr la afirmación de su individualidad.

De manera obvia, el niño no nace con las capacidades que posteriormente adquiere, sino al igual que el resto de niños cuyo desarrollo se considera normativo es necesario intervenir no solo de manera individual mediante, por ejemplo, el juego, sino también involucrando a padres y madres, a su entorno e, incluso, a un nivel más social.

Para intervenir, se debe intentar conectar con el niño con una actividad o juego que le resulte atractivo y que pueda despertar su atención, y se le involucra en este de manera activa.

El carácter temprano de este tipo de intervención hace hincapié en la necesidad de que esta tenga lugar de la manera más precoz posible, es decir, reconociendo los primeros indicios y factores de riesgo que hagan pensar en la posibilidad de dar al niño una atención especializada y no esperar que lo haga solo con el tiempo, por ello se debe aprovechar desde un primer momento, la genuina plasticidad cerebral que se encuentra presente desde los 0 a los 6 años. Así, es necesario prevenir y educar sobre estas dificultades, y hacerlo siempre desde un punto de vista integrador, esperanzador y bajo la confianza de las potencialidades de cualquier niño.

Andrea Fontanet Psicóloga General Sanitaria

Patricia Martínez Psicóloga General Sanitaria

Carmen García Psicóloga General Sanitaria