Cuando comemos emocionalmente, buscamos aliviar y calmar sentimientos negativos, lo que lleva a un ciclo de alimentación excesiva y problemas como el aumento de peso. La alimentación emocional implica buscar consuelo en la comida.
Esto de por sí no es un trastorno alimenticio, pero implica consecuencias negativas a corto y largo plazo, por lo que es necesario corregir y evitar esta práctica antes de que derive en otros problemas.
Para empezar y entender el problema, es necesario hacer una distinción entre comer porque nuestro cuerpo necesita nutrientes para seguir funcionando y comer para aliviar sensaciones y emociones negativas. Una de las principales características de la alimentación emocional, es que cuando buscamos alivio en la comida solemos tomar alimentos como dulces, papas y comida rápida (con alto contenido en grasa y/o glucosa. Estos alimentos proporcionan una sensación de placer inmediata, pero no es la alimentación óptima para nuestro organismo.
Existen diferentes variables (situacionales, ambientales, psicológicas, etc.) que podrían explicar dicho comportamiento, Cualquiera de estos ejemplos pueden ser la raíz de esa ansiedad y/o conducta.
Comemos para sentirnos mejor y llenar ese vacío que sentimos, pero a la larga esto no soluciona ninguno de nuestros problemas, por lo que aunque en un principio sentimos alivio (lo que refuerza la conducta), más tarde nos sentimos peor, ya que no hemos arreglado ninguno de los problemas y porque hemos comido algo que no era necesario. Al final, es un ciclo continuo que se refuerza.
Algunas de las características para diferenciar un tipo de alimentación y otro son:
- El hambre o las ganas de comer vienen de repente, mientras que cuando tenemos hambre física se produce de manera gradual.
- En el caso de la alimentación emocional, sentimos el deseo de consumir comida rápida e industrial, algo fácil de comer.
- Alimentarse emocionalmente a menudo conduce a comer rápido. Antes de que te des cuenta, te has comido una bolsa entera de papas fritas sin prestar atención y sin disfrutarlo por completo. Cuando comes por necesidad o por hambre física, normalmente eres más consciente de lo que estás haciendo.
- El hambre relacionada con la alimentación emocional parece no satisfacerse nunca, incluso cuando estás lleno.
- La alimentación emocional te hace sentir culpable, cosa que no ocurre cuando comes por necesidad.
¿Qué se puede hacer?
- Encontrar otras formas de canalizar el estrés: el estrés es uno de los factores más comunes, por lo que es necesario aliviar el estrés haciendo cosas que te agraden.
- Iniciar un diario de alimentos.
- Consumir y llevar una dieta saludable.
- Sacar de la despensa los snacks y las cosas de picar. Es más fácil si no se tiene acceso fácil a ellos.
- Prestar atención a la comida que se ingiere. De ésta manera podrás llevar mayor control sobre lo que comes y la disfrutarás más.
- Trabajar en la forma en la que hablamos de nosotros mismos. Es importante ser consciente de nuestros pensamientos, para poder detectarlos y analizarlos. De esta manera, podemos aliviar la ansiedad y darnos cuenta de que no necesitamos comer.
- Moverse y estar activos.
- Buscar ayuda profesional.
Artículo escrito por: Ricardo Muñoz Puelles CV14314