Mitos o falsas creencias sobre la psicoterapia

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Sin lugar a dudas una de las profesiones que suscitan más reparos y cierta fábula es la psicología aplicada a la terapia. Parece cuanto menos una disciplina que a priori todos dicen conocer y pocos realmente conocen. Por suerte las sociedades van evolucionando y a día de hoy no es tanto el desconocimiento y por ende el recelo que se tiene a esta ciencia que se ocupa del sufrimiento emocional del ser humano.

Para intentar arrojar algo de luz a estas oscuridades vamos a desterrar algunos mitos que en la actualidad todavía circulan;

  1. La Psicología es lo mismo que el PsicoanálisisEsta es de las más difundidas. La gente piensa que el psicólogo te va a sentar en un diván y va a empezar a analizar tu pasado, desde tú mas tierna infancia hasta la época actual, repasando tus relaciones con tus padres, familiares, profesores y todo el que pasó cerca de ti durante tu vida. Nada más lejos de la realidad. El psicoanálisis no es más que una escuela dentro de las muchas que tiene la psicología y los psicólogos actuales beben de muchas fuentes y siguen diferentes técnicas y terapias, de las que el psicoanálisis no es más que una de ellas. De hecho, el tipo de terapia más en boga en la psicología académica (la que se enseña en las universidades) es la cognitivo conductual, que se centra en modificar nuestros pensamientos y comportamientos en el presente. Es decir, intenta cambiar la conducta disfuncional actual del paciente partiendo de sus pensamientos irracionales. También tendríamos la terapia Gestalt, centrada en las emociones y en el presente, la terapia sistémica, en las relaciones con las personas que nos rodean, por ejemplo. Es decir, que cada psicólogo puede utilizar técnicas distintas con lo que estaría bien informarnos de cual nos gusta  antes de decidirnos ir a uno.
  2. Hay que estar mal de la cabeza para ir al psicólogo. O dicho de otra forma, sólo los que están locos tienen que ir al psicólogo. Por lo tanto, si vas al psicólogo, es que estás para que te encierren.. o casi. Debe de ser una de las razones por las que a la gente le da vergüenza ir al psicólogo o que se enteren que está yendo a uno. Para mi, la psicología es como el deporte: te ayuda a mantenerte a saludable. Igual que nos gusta echarnos unas carreritas o ir al gimnasio para sentirnos mejor con nuestro cuerpo, creo que deberíamos ir al psicólogo para conocernos mejor, entender cómo nos relacionamos y ser más felices, en general. Solemos ir al psicólogo después de una crisis (ruptura con nuestra pareja, insatisfacción con nuestro trabajo, estrés,…) pero eso es como empezar a hacer deporte después de lesionarnos. Es decir, para recuperarnos. También se puede ir al psicólogo de manera “preventiva”. Antes de que nos pase algo “grave”. Simplemente para ir mejorando nuestra vida en términos generales. Porque siempre hay algo que podemos mejorar. Sólo que a veces no lo sabemos, hasta que nos “rompemos”.
  3. El psicólogo me va a dar la fórmula mágica para que todo cambie en mi vida. Vamos que esperamos que, de la noche a la mañana, sin nosotros apenas hacer un esfuerzo, todo cambie y nuestros problemas se solucionen. Y si no es que el terapeuta no es un buen profesional. Hemos de entender que el terapeuta no es más que un facilitador.  Está ahí para ayudarte, para guiarte, para explorar junto contigo, ayudándose de sus conocimientos y su experiencia. Pero el responsable final del resultado siempre es el paciente. Para bien o para mal. Es el que tiene que poner las ganas, el trabajo, la confianza en sí mismo, en el proceso y en su terapeuta. El proceso terapéutico es una aventura que emprenden juntos terapeuta y paciente y tanto uno como otro deben estar totalmente implicados en el proceso.