Mea Culpa

Unida a la condición de ser humano viene una de las emociones con carácter dual más desestabilizadoras que existen, se trata del  Sentimiento de Culpa. ¿Quién no se ha sentido culpable alguna vez por algo que ha hecho o ha dicho o incluso pensado?

En palabras de la psicóloga Laura Rojas-Marcos ” el sentimiento de culpa está influido por factores sociales, culturales, religiosos, familiares y personales. Puede surgir por numerosas razones; por ejemplo, cuando hacemos daño a otra persona o cuando sentimos vergüenza o estamos avergonzados por algo que hemos dicho o hecho. Igualmente sentimos culpa cuando no podemos controlar nuestra conducta, cuando reaccionamos de forma agresiva y sentimos ira o cuando actuamos de forma perversa”.

Cuando eso ocurre experimentamos un crisol de sensaciones y emociones compuesto por dosis de vergüenza, miedo, culpa, ansiedad, con diferentes grados de intensidad dependiendo de la persona, el momento y la “falta”.

 

culpa

 

 

 

 

 

 

Decimos que este tipo de sentimiento tiene un carácter dual porque posee una multitud de efectos negativos:

  • Daña la autoestima
  • Deteriora el estado de ánimo
  • Puede generar manipulaciones (chantaje emocional)
  • Bloquea nuestra capacidad de decisión

Sin embargo también tiene aspectos positivos;

  • Es un excelente instrumento de medición a la hora de saber lo que está bien y lo que no de nuestra conducta
  • Ayuda a controlar nuestros impulsos
  • Genera empatía

Situar ese barómetro en el lugar adecuado en nuestra vida emocional se convierte pues en una cuestión de gran importancia, ya que con el Sentimiento de Culpa andamos sobre una Navaja de Ockham, que tanto nos puede ayudar a diferenciar diferentes soluciones como anclarnos en la inmovilizadora culpabilidad.

Lucía es una mujer de unos 50 años que acude a consulta con un historial de años de depresión y baja autoestima, todo ello matizado con grandes dosis de insatisfacción vital y como no de frustración y sentimientos de culpa. Se veía a sí misma como menos valiosa y capaz que la mayoría. Después de un tiempo en terapia vimos que aquello que le impedía avanzar y que intento tras intento boicoteaba su recuperación era precisamente el sentirse tan culpable de su situación. Hasta que Lucía no se desprendió de sus sentimientos de culpa por todos sus “errores” pasados no pudo centrarse en sus estrategias de defensa ni poner solución a su situación emocional. A día de hoy Lucía a aprendido a perdonarse y es capaz de enfrentarse a la vida de una forma más efectiva y positiva.

A modo de conclusión es importante resaltar el papel de estas emociones en nuestra vida y el control que sobre ellas ejercemos conscientemente. Si en algún momento de nuestra vida nos damos cuenta que pasamos demasiado tiempo recriminándonos un hecho del pasado, una mala acción, una conversación, etc, conviene que nos paremos y pensemos si esto nos está conduciendo a algún lugar diferente y si nos aporta soluciones, si no es así, proponte un cambio, haz una lista de posibles soluciones o simplemente deja de “machacarte”.

“La culpa no está en el sentimiento sino en el consentimiento”

Bernardo de Claraval