Depresión Posparto: signos de alerta

Con un niño tan deseado como lo fue Javier nadie entendía que su primeriza madre Lorena no estuviese irradiando felicidad por todos sus poros. Hacía ya cuatro meses de su nacimiento y la situación había ido de mal en peor. Los primeros síntomas como cambios de humor, irritabilidad, llanto, cierta ansiedad y dificultades para dormir, habían sido tomados como una reacción natural al parto y a los cambios hormonales que se derivaban del proceso. Su familia se volcaba en todo momento con ella y el bebé ayudándolos en cuanto podían, sin embargo, Lorena no entendía porque una experiencia que debía ser una de las más felices y apasionantes de su vida la estaba viviendo con una mezcla de miedo, tristeza e impotencia, esto le generaba unos sentimientos de culpa enormes que contribuían a hacerle sentir todavía peor. Le atenazaba la idea de estar siendo una “mala madre”, y no estar ocupándose debidamente del pequeño Javier.

Lo que le estaba pasando a Lorena era lo que habitualmente se conoce como Depresión Posparto.

 

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El periodo posparto se considera una etapa de mayor riesgo para la aparición de trastornos del Estado de Ánimo. Las investigaciones han demostrado que una mujer es significativamente más propensa a ingresar en un hospital psiquiátrico en las primeras 4 semanas después del parto que en cualquier otro momento de su vida y hasta el 12,5 % de todos los ingresos de mujeres en hospitales psiquiátricos se producen durante el posparto.

Los trastornos afectivos en el periodo posparto suelen dividirse en 3 categorías : tristeza posparto, depresión posparto y psicosis puerperal. La tristeza posparto es el trastorno puerperal del estado de ánimo más habitual; las estimaciones de prevalencia varían entre 30% y el 75%. Los síntomas, que suelen comenzar en el posparto inmediato y remitir a los pocos días, incluyen labilidad emocional, irritabilidad, llanto, ansiedad generalizada, problemas de sueño y de apetito. La tristeza posparto es, por definición, transitoria, leve, de duración determinada y no suele requerir tratamiento, mas que el apoyo de personas significativas. Por último, la psicosis posparto es un episodio de depresión muy grave, caracterizado por la presencia de síntomas psicóticos. Ésta es la forma más grave y menos habitual de los trastornos afectivos posparto, afecta a 1 / 2 por cada 1000 partos (Kendell et al., 1987). La aparición clínica es rápida, con síntomas que se presentan ya en las primeras 48/72 horas después del parto. Los síntomas son generalmente el estado de ánimo deprimido o eufórico (puede fluctuar), un comportamiento desorganizado, labilidad emocional, delirios y alucinaciones (Brockington et al., 1981).

Entre ambos trastornos se sitúa la Depresión Posparto, un episodio depresivo sin psicosis que se produce en el periodo posparto. Según el DSM-IV, la depresión posparto es un trastorno depresivo que se inicia en las 4 primeras semanas después del parto, sin embargo, podemos encuadrar cualquier trastorno depresivo que se produzca en el primer año posterior al parto dentro de esta definición. Los síntomas de la D.P. son similares a los de la Depresión que no está relacionada con el parto, no obstante, a pesar de estas similitudes, la D.P. se ve exacerbada con frecuencia por otros indicadores, la baja autoestima ligada al desarrollo del rol materno, la incapacidad para hacer frente a la situación, la soledad, los sentimientos de incompetencia y la pérdida de la propia identidad.

Distinguir entre los síntomas depresivos y las supuestas secuelas normales del parto pueden ser una dificultad añadida a la hora de establecer un diagnóstico diferencial. El primer paso de radical importancia para elaborar una intervención apropiada, en el caso que lo precise, es dicho diagnóstico, para poder establecer qué estrategias deben implementarse para solucionar cada caso.

Dada la prevalencia del problema y el hecho que la presencia de estos trastornos puede afectar significativamente la posterior creación de una adecuada relación materno-filial conviene ante cualquier duda acudir a un especialista que conozca los métodos diagnósticos que le permitan establecer criterios que constaten la presencia de un trastorno o lo descarten.

Gracias a que Lorena acudió a consulta relativamente pronto y se puso en tratamiento psicológico no llegó a establecerse del todo el trastorno y no se vieron tan afectados  aspectos muy importantes como la autoestima y/o el apego saludable necesario entre madre e hijo.