En los tiempos que corren no es inusual escuchar una frase más o menos manida que hace referencia a que hay una crisis de valores y no solamente económica haciendo mención especial a los jóvenes de una generación mal llamada “perdida”. Esta frase seguro la habéis escuchado alguna vez en boca de un supuesto “experto” en estas lides, vendría a decir algo así como : “estos chavales de ahora les falta filosofía del esfuerzo”.
¿Qué quieren decir con esto?, ¿qué no se esfuerzan?, ¿que han tenido demasiadas facilidades?, o ¿volvemos a lo de la crisis de valores erróneamente transmitidos o mal aprendidos?.
Quizá en todo esto haya parte de razón y parte de error de perspectiva. Solemos ver de las situaciones los aspectos que concuerdan con nuestros esquemas mentales previamente activados, y esto nos lleva a veces a no ver la totalidad de posibilidades que se nos presentan en cada ocasión.
Cuando escuchamos esto de la crisis de valores, de que los jóvenes no se esfuerzan lo suficiente, que ahora no tienen las mismas oportunidades, nos centramos en la parte negativa de la situación, probemos a hacer un cambio de paradigma, vayamos detrás de la falta de esfuerzo.
¿Qué lleva a una persona a esforzarse para conseguir sus objetivos?
No hay una única variable a la hora de atribuir diferencias de esfuerzo, me voy a centrar en dos que ,en mi modesta opinión, determinan en gran medida la consecución de las metas planteadas, serían;
La resiliencia: o capacidad de resarcirse adecuadamente ante una contrariedad frustrante, esta capacidad permite a la persona entender que no importa tanto la caída si no lo rápido que uno es capaz de levantarse.
Su capacidad de auto – refuerzo, es decir, lo capaz o no que sea la persona de motivarse ante los logros o fracasos que vaya teniendo en el camino que le conduzca a sus diferentes objetivos.
Cabe decir que son dos capacidades entrenables y aprendidas, tanto por la persona en cuestión como a la hora de educar en estas habilidades clave en la consecución de cualquier objetivo, sea pequeño o grande, a corto o largo plazo, de índole laboral o vital.
Podemos empezar a cambiar en el momento nos damos cuenta que el cambio es posible más si cabe si abordamos la cuestión con un prisma resolutivo y no vindicativo o rígido.
Raúl Castelló